Amanecer Magenta: Unión, Populismo y Demagogia

El nacional-populismo totalitario y racista no ha desaparecido del panorama sociopolítico español y europeo sino, más bien, al contrario. La audiencia hacia discursos de extrema derecha aumenta progresivamente, algo que podemos comprobar analizando los resultados electorales de organizaciones como Amanecer Dorado en Grecia o el ‘renovado’ Frente Nacional francés de Marine Le Pen. Un renacer fascista que nos demuestra que este tipo de posiciones no son residuos de un pasado que se niega a desaparecer, sino que sobreviven junto al sistema por su perfecta convivencia y retroalimentación. Se perpetúan ofreciendo una nueva cara y añadiendo más capítulos a su inagotable archivo de odio y exclusión. El ascenso de la extrema derecha es la expresión de una grave crisis social del capitalismo. De este modo, persiguiendo su histórico objetivo, la nueva ultraderecha europea se centra en modificar, a través de la fuerza y la violencia –tanto discursiva como física-, las condiciones socio-económicas en favor del gran capital. Asimismo, centra sus esfuerzos en debilitar y fragmentar al máximo a la clase trabajadora, dejándola indefensa ante las continuas agresiones del sistema.

En el Estado Español, la vertebración y ramificación de este tipo de discursos ha venido adoptando un rumbo diferente al del resto de países europeos. La estrategia de aglutinamiento de un sector más tradicionalista dentro del doble discurso del Partido Popular ha producido que otros colectivos se hayan mantenido, hasta ahora, con una menor visibilidad institucional. Tras el fracaso y posterior disolución de Fuerza Nueva en 1982, la extrema derecha ha carecido de líder y partido consolidado que consiga agrupar el voto, fuera del conservadurismo tradicionalista del PP. Los constantes enfrentamientos entre colectivos hicieron desaparecer por un tiempo la respuesta reaccionaria del panorama electoral pero estamos siendo testigos de que ésta vuelve a reorganizarse y avanza de nuevo. Este avance comienza a desligarse paulatinamente de un desgastado Rajoy que pretendía combinar las exigencias más reaccionarias del conservadurismo españolista con los chascarrillos lanzados hacia su sector más moderado. A los populares les está resultando más complejo articular ese doble discurso desde el gobierno, no consiguiendo mantener satisfechos a los sectores más reaccionarios. El desencadenante lógico de este descontento no es otro que un refortalecimiento y radicalización del colectivo ultra, cuya enérgica reaparición aboga por trabajar duramente en conquistar su implantación en el tejido de lo social, al mismo tiempo que se organiza electoralmente.

Aunque han venido siendo muchas las ‘marcas’ electorales que han pretendido hegemonizar este discurso de tela de araña atrapalotodo que les confiere una gran potencialidad de votos –España 2000, PxC, Democracia Nacional –, vemos como el partido de Rosa Díez integra, sibilinamente, nuevos elementos discursivos que persiguen enarbolar una nueva derecha radical en el Estado español. Una estrategia con la que pretenden recoger simpatías sociales dispares, incluso con intereses enfrentados, anudando un discurso frontal al carácter plurinacional del Estado español. El más que probable ascenso de los ‘magenta’, junto al calado social de su discurso centralista y excluyente, podría generar una polarización política extrema entre clases antagónicas, convirtiéndose en otra de las piezas de un contexto en el que poco a poco van esfumándose las capas medias, capaces de amortiguar y estabilizar las contradicciones del sistema, y dejando así un enfrentamiento abierto.

Ante un panorama como este, a las organizaciones de izquierda, junto a los movimientos sociales, se nos impone la tarea de continuar tejiendo redes con las que conformar un amplio bloque de resistencias que nos permita dar el salto hacia la ofensiva en esta batalla contra el régimen. El fascismo será combatido. Ahora y siempre,

¡No pasarán!

 

 

@DavidGMarcos

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